domingo, 22 de febrero de 2009


SOMBRA
Señora de mi edad.
Señora yo sin luz.
Niebla luna gris de mi alma
hija del sol
mi lu tierra
ajena a mi inquietud.
Abrazo que no,
juntando derramadas yo
cuando la prisa.
Refugio que no,
juntando suicidadas yo
cuando el abandono.
Yo tiempo
adelante
atrás.
Mi yo mío
que traspasa
mis fronteras.

domingo, 15 de febrero de 2009


¿Quién mira adentro del grito?
Donde se rasgan las máscaras y las muecas chillonas bailan en ancas de brasas histéricas y chillonas.
¿Quién busca detrás del silencio?
Cuando los pretextos tejen las hilachas de donde se descolgaron todos los deseos y el miedo borra sus rastros.
¿Quién grita después de la duda?
Donde la resignación vigila sofocando su olor a fruta madura y la lástima se ríe frente al espejo.
¿Quién mira?
¿Quién busca?
¿Quién grita?

lunes, 9 de febrero de 2009

Los novios saludarán en el atrio


En espirales subo y bajo desde el fondo de los vasos siempre llenos hasta hallarme lo suficientemente lejos del mundo y sus moscas pegajosas no hablo de la sed, no es que muera de sed, muero de mí sedienta Un fernet que lleva a un vino y un vino que lleva a una cerveza hablo de una línea recta que debiera plegarse en círculos hasta cerrarse Prendo un cigarrillo y mientras descanso los deseos ultrajados volcando los codos en la mesa, me despido de la sincera pero débil intención de ser parte de la fiesta. -Yo te amo. –No digas eso, es demasiado grande “Señorita, acá no se puede fumar” –Pero yo quiero que sepas que te amo “¿Señorita, puede ir a fumar afuera?" Tambaleando uñas pintadas camino rezongando con firmeza señorita si quiere puede tirar las cenizas de su corazón, pero afuera por favor, respiramos mejor si usted se lleva lejos su vómito de humo Esquivo sonrisas de cotillón con la vanidad que da el dolor y justo antes de salir a la noche estallo en carcajadas frente al espejo de la recepción mirala, jura que la mata la pasión.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Rainer, quiero encontrarme contigo, quiero dormir junto a ti, adormecerme y dormir. Simplemente dormir. Y nada más. No, algo más: hundir la cabeza en tu hombro izquierdo y abandonar mi mano sobre tu hombro izquierdo, y nada más. No, algo más: aún en el sueño más profundo, saber que eres tú. Y más aún: oír el sonido de tu corazón. Y besarlo.


Marina Tsvietaieva.


Yo digo que lo extraño

con la misma intensidad

con la que espero la lluvia.

Con la humedad en la nuca,

la tormenta en el alma,

desnuda

y con la ventana abierta

para que la brisa me dibuje en la piel

esa suerte de promesa.

Yo digo que él y la lluvia

se parecen

en el goce y en la ausencia.


lunes, 2 de febrero de 2009

Desde entonces



la vida depende de sus gestos



resistiendo serenamente



en mi memoria.

Por no escribir la palabra
que diga un rumbo
a ningún lugar,
en las curvas del camino
me dejé acariciar
por hilos de agua
que jamás han de llegar al mar.
Nunca decís qué hay en vos, pero quién te viera mirando mares, caminando lento bajo la lluvia, quién te viera dormir, quién te viera tan triste, quién te viera descansando las lunas llenas, el agua de tus ojos, quién pudiera… Se rechifló el amanecer mientras dormía y te llevó lejos, yo me quedé vestida de magnolias, abrazando un carnaval de golondrinas, un carnaval de horas y de soles con el corazón ancho, sublevado y triste, sin remedio. Ahora para llamarte me lleno de palomas, me lleno de caminos a medio recorrer, me lleno de azahares, me lleno de mi voz. Y mientras suena un bandoneón, de un zarpazo de ternura te pinto en los párpados una verja y una luna y una gata, y en las manos dos patios que se duerman. Te organizo una fiesta en el bolsillo para que todos pregunten quién te regaló ese sol, quién te regaló esa flor, que bailen los semáforos cuando vos cruzás la calle y que todos los relojes te esperen. Y qué más da… quisiera regalarte unas horas nuevas, de mañanas nuevas, de colores nuevos. Quisiera regalarte un ramo de suspiros, un sueño de flores, un sueño de niño, una sonrisa imposible de guardar, una ventana por donde asomarte a tu infancia, una siesta sin sueño. Quisiera regalarte lo que ya no es más. Descolgar del fondo de mis ojos unos globos azules y llevarte a volar, a dar una vuelta por un circo algún domingo y que vayas cantando. Te llevaría lejos, a despertar en un cielo, a cambiarle el color a los juegos, a alguna tarde de esas que se quedan dormidas en el mar. Y este sueño de ser mundo y este beso de besos alborotados... que te quiero con el alma desvestida, con los ojos alegres y los labios incendiados… que te quiero, che, te quiero.