lunes, 2 de febrero de 2009

Desde entonces



la vida depende de sus gestos



resistiendo serenamente



en mi memoria.

Por no escribir la palabra
que diga un rumbo
a ningún lugar,
en las curvas del camino
me dejé acariciar
por hilos de agua
que jamás han de llegar al mar.
Nunca decís qué hay en vos, pero quién te viera mirando mares, caminando lento bajo la lluvia, quién te viera dormir, quién te viera tan triste, quién te viera descansando las lunas llenas, el agua de tus ojos, quién pudiera… Se rechifló el amanecer mientras dormía y te llevó lejos, yo me quedé vestida de magnolias, abrazando un carnaval de golondrinas, un carnaval de horas y de soles con el corazón ancho, sublevado y triste, sin remedio. Ahora para llamarte me lleno de palomas, me lleno de caminos a medio recorrer, me lleno de azahares, me lleno de mi voz. Y mientras suena un bandoneón, de un zarpazo de ternura te pinto en los párpados una verja y una luna y una gata, y en las manos dos patios que se duerman. Te organizo una fiesta en el bolsillo para que todos pregunten quién te regaló ese sol, quién te regaló esa flor, que bailen los semáforos cuando vos cruzás la calle y que todos los relojes te esperen. Y qué más da… quisiera regalarte unas horas nuevas, de mañanas nuevas, de colores nuevos. Quisiera regalarte un ramo de suspiros, un sueño de flores, un sueño de niño, una sonrisa imposible de guardar, una ventana por donde asomarte a tu infancia, una siesta sin sueño. Quisiera regalarte lo que ya no es más. Descolgar del fondo de mis ojos unos globos azules y llevarte a volar, a dar una vuelta por un circo algún domingo y que vayas cantando. Te llevaría lejos, a despertar en un cielo, a cambiarle el color a los juegos, a alguna tarde de esas que se quedan dormidas en el mar. Y este sueño de ser mundo y este beso de besos alborotados... que te quiero con el alma desvestida, con los ojos alegres y los labios incendiados… que te quiero, che, te quiero.

2 comentarios:

Djuna dijo...

Hoy martes con frio en la palma de las manos, leo este texto, y siento gran admiración por los espectros.

Juan Camilo dijo...

Los espectros tenemos religión, por algo se nos reconoce. Yo, uno más de las filas de espectros soy emisario del amor. Así no se me vea, no se me note, por amor puedo volver a la carne perdida, a la fuerza perdida, a olor perdido, al anímo perdido. Siento naúsea de la soledad y me refiero a la naúsea como algo sublime. Porque originalmente es una sensación del navio, un estado producido por alguna nave. En fin, esta soledad de espectro va adquiriendo piel con el amor.