lunes, 22 de diciembre de 2008


En noches de luna llena y brisa serena
hay un ángel que viene al río
a mojarse los pies.
Cuando los árboles se vuelven negros
y hablan las estrellas,
él se hace de sed y sequía
para tragarse la noche
que despierta en el agua.
Y así sumergido, entrega su corazón desterrado.
Busca lo que fue, lo que es, lo que será,
mientras los recuerdos pasan corriendo
y el egoísmo es la ausencia misma.
Todo vuelve en efímeras conclusiones
que los camalotes sostienen hasta el alba.
Y los ojos se le llenan de lunas.
Y la boca se le llena de peces.
Y las manos se le llenan de espuma.
Y los pies se le entierran desandando la sangre.
En noches de luna llena hay un ángel que abandona los trenes
para mojarse los pies en el río.

1 comentario:

Cristian dijo...

Cada vez que me doy una pasada por tus letras encuentro algo que me atrae a leer, algo que atrapa la atención de este lector solitario. Espero que el viaje en el que andas actualmente alimente mucho mas tú poesía, tu mundo de espíritus, ángeles y paisajes.
Buenos aires para el camino.