sábado, 27 de septiembre de 2008

Dijiste: “no piba es una, la luna es una y de mayo, disculpame si me atrevo a juzgar tu corazón, pero a mí no me vengás con el triste descontento y si querés darme un beso, largá la autocompasión.” Que el reflifle de amurada se me caía de parado, que tenía que ir pensado en no andar agazapada. Me encaraste bien polenta, me escupiste en las heridas, y te faltó conocerme por no correr la cortina. De tanto oír tu monólogo, casi creí que era cierto, si hasta quise barajarme y me miré con desprecio, ¿qué soy chinchuda y rezongo? ¡mirá qué descubrimiento! Pero anoche tuve un sueño y ahora estoy más aliviada, sin vergüenza, sin excusas, vi a mi alma desangrada. Tenía una pata en los yuyos y la otra en el asfalto, en la derecha una rosa, la zurda llena de barro. Me miraba en un espejo que colgaba de la luna, me reía a carcajadas de verme sola y desnuda. ¡Era yo! más yo que nunca, estaba pariendo un verso chamuyero y bien tristón. Pará con el cotorreo, paparulo de ideas claras, me cantaste falta embido y me volaste la terraza. Ni hace falta que lo digas, guardate la explicación, a vos te sobra futuro y a mí me sobra emoción. Así que andate tranquilo, te agradezco los consejos, pero acá va a haber tormenta de barro, sangre y saliva, no sea cosa que en un descuido, te manchés el pantalón.

1 comentario:

Eristarco (Ricardo Garavito) dijo...

Es fácil desacreditar la palabra ausente o al hombre de palabra sin tiempo o al tiempo de la palabra del hombre que pone el hombro a cosas más urgentes. Es fácil esconderlo entre la gente a él indigente que cuida de su mujer que no lo es. Es fácil creer lo necesario para olvidar lo desconocido por dos tres o diez palabras interpretar sin saber. Cortinas hay en todos lados, seres de verdad no.
Con el cariño de siempre, un abrazo de un desconocido que te aprecia y te desea el bien.