martes, 30 de septiembre de 2008

He visto

a Nicolás


A cierta hondura,
he visto soles desprendiéndose en silencio
y la sospecha de una llama que carcome lo inocente.
A cierta hondura,
he visto un cementerio de pájaros sin sombra
y el temblor de un temporal de voces que envejecen.
Y ahí donde una fiebre de alas persistente,
fecunda los mutilados motivos de la muerte,
he visto inmaculada
a tu ternura,
resistiéndote serenamente.

domingo, 28 de septiembre de 2008

Terminal

Se oye un murmullo fantasmal
cuando vomitan las sombras.
El sol encandila
mi ceguera alucinada.
Se adivinan los aullidos desgarrados
y el cerrojo de la ausencia.
Me he de ir.
Se vacían los vacíos
y sólo las palomas asisten
al suicidio de mis palabras.

sábado, 27 de septiembre de 2008

Dijiste: “no piba es una, la luna es una y de mayo, disculpame si me atrevo a juzgar tu corazón, pero a mí no me vengás con el triste descontento y si querés darme un beso, largá la autocompasión.” Que el reflifle de amurada se me caía de parado, que tenía que ir pensado en no andar agazapada. Me encaraste bien polenta, me escupiste en las heridas, y te faltó conocerme por no correr la cortina. De tanto oír tu monólogo, casi creí que era cierto, si hasta quise barajarme y me miré con desprecio, ¿qué soy chinchuda y rezongo? ¡mirá qué descubrimiento! Pero anoche tuve un sueño y ahora estoy más aliviada, sin vergüenza, sin excusas, vi a mi alma desangrada. Tenía una pata en los yuyos y la otra en el asfalto, en la derecha una rosa, la zurda llena de barro. Me miraba en un espejo que colgaba de la luna, me reía a carcajadas de verme sola y desnuda. ¡Era yo! más yo que nunca, estaba pariendo un verso chamuyero y bien tristón. Pará con el cotorreo, paparulo de ideas claras, me cantaste falta embido y me volaste la terraza. Ni hace falta que lo digas, guardate la explicación, a vos te sobra futuro y a mí me sobra emoción. Así que andate tranquilo, te agradezco los consejos, pero acá va a haber tormenta de barro, sangre y saliva, no sea cosa que en un descuido, te manchés el pantalón.

jueves, 25 de septiembre de 2008

Volar

En un acto desvelado

Luna:- ¿Y él sabrá volar?
Ella:- Sí, sabe.
Luna:-¿te lo dijo?
Ella:-no.

(silencio)

Luna:-Mirate.
Ella:-¿Por adentro?
Luna:-Vos mirate.
(ella se mira y se tapa el rostro con las manos)
Ella:-No hay nada.

(silencio)

Luna:-¿Qué ves?
Ella:-Dos pies… dos piernas… dos manos… dos hombros… una boca
Luna: (interrumpe) ¿Y para qué?
Ella: Para inventarlos otra vez.
Luna: Eso decile.
Ella: Él no me va a creer.
Luna: No lo puede negar.

(amanece)

domingo, 7 de septiembre de 2008

Lueve




Sopla un viento fuerte del sur.
Debo decirla, pero cómo decir lo excesivo.
Parada en medio del frío de lo incompleto,
me dejo beber los temblores
por las lenguas calmas del agua.
Cuando la memoria de los sentidos
descubre ese rumbo vertical,
sólo queda dejarse escurrir
hasta saciar la sed de la tierra.
De nada sirven las maniobras rebeldes de las palabras
a pesar de sus ritmos y combinaciones,
porque esta curación monótona y profunda,
parece ignorar el idioma de las excusas y las explicaciones.
Lentamente caen los velos que cubren la piel
de otras lluvias parecidas al mundo
y con ellos la magia que todo lo viste,
el deseo que todo lo confunde,
la prisa que todo lo acaba.
Entonces si cierro los ojos,
vuelvo a ser lo que era antes que toda desmesura
me atravesara de espejismos.
Incapaz de cualquier disimulo.
Justo allí donde la rebeldía y la prisa naufragan
y el hundimiento sucede entre nubes que lloran
y lunas que engendran nuevas lunas.
Llueve.
Ya no sé si me sostengo del cielo o de la tierra.

donde muere el aguacero

totalmente mojada y rebelada

ignoro la verdad de la tormenta

mucho tiempo antes del comienzo

yo ya tenía recuerdos


llueve

llueve

y castiga

arrasa

limpia

soy

un punto

más

en la caída

llueve

llueve.

viernes, 5 de septiembre de 2008

No me consueles. Para morirme no quiero apuntador.





A callar la mentira de que el mundo se termina entre los párpados.
A que el cuerpo sepa que no habrá nada de nada.
A gritar con las encías mi salmo borracho de ansias.
A escupir tu nombre repetido.
A pintarme un beso de antifaz.
A que nadie sepa que me muero.
A que siga el carnaval.
Ayer fui a la esquina, a ver qué había pasado con nosotros. El viento suspiraba como de costumbre y una golondrina afiebrada se moría entre mis manos.



“un epitafio dentro de un pimpollo.

Y, aún, qué buena suerte tanta pena:

pensá qué hubiera sido no querernos”

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Canción de cuna para mí

Apenas quedará lo que soy.
Sin significados.
Sin símbolos.
Sin gestos.
Sin razón.
Por las profundidades
y sus riveras,
se irán desatando
mitigados cautiverios.
Como si un Dios
descolgara las estrellas
en la nochede la última vigilia.
Y caerán por su peso las ausencias.
Soltaré los cuerpos.
Los hambrientos.
Los deformados.
Los desnudos.
Desprenderé los soles
y sus auroras
que encandilan sin clemencia
soledades.
Y callaré las palabras
de las voces en las bocas
que me habitan.
Sin más luzque la luna
por afuera.
Sin más sonido
que la sangre por adentro.
Lejos del suelo.
Lejos del cielo.
Liberada al infinito.
En una mansa sensación
de irrealidad y consuelo,
voy a descansar.