jueves, 16 de octubre de 2008

No te vayas tarde mía, pedazo de infinito degollándose despacio al filo de los árboles. De madrugada se desmantela mi voz sedienta y he de morirme de nostalgia … si usted supiera cómo llueven los cuerpos de madrugada. Si a la luna le pesa tanta ausencia y no se cae, tarde mía no te vayas noche adentro aunque quieras descansar. De punta en naranja y rojo al aire, tan de mí tan lejos, no te vayas tan de mí.

2 comentarios:

Juan Camilo dijo...

No conocía tu blog. Estos textos que te leo tienen un poco de sol, de viento, de vuelo de pájaro y una ganas terribles de mandarle un abrazo por escrito

Djuna dijo...

la ebriedad del silencio puede dar mejor testimonio de mi inmensa estupefacción