domingo, 24 de agosto de 2008

desde mi noche
donde los bordes se disipan





Lo primero fue una salvaje sensación de ser absolutamente libre y animal. Después el temblor caliente, el gusto a sal... en círculos se dejó flotar. Un vaivén la mecía, la aturdía, la castigaba y los latidos le cabalgaban un río bravo detrás de los párpados.
Minutos, segundos... mientras la luz que se asomaba por los poros de la enagua crecía y ardía hasta estallarla en colores en la oscuridad de la noche. Se sintió absorbida y tragada por una garganta lejana y sedienta.
Entonces abrió los ojos.
Y pensó que habría de ser intenso el sueño de quien la soñaba.

3 comentarios:

Diego Planisich dijo...

Cuando a ella la sueño, desde luego que el sueño me es intenso, hasta retorcer las chapas de noche.


Suspiro...

Diego Planisich dijo...

(...)las chapas de la noche.


y nuevamente suspiro...

mariano scovenna dijo...

me despeinaste y sentí ese río bravo que cabalga detras de mis parpados!!!!