viernes, 22 de agosto de 2008

y al fin andar sin pensamiento


Se desierta tosiendo arena caliente. Tararea prolongando vocales rasposas y no hay pájaros en la ventana que suavicen ese sonido a corazón apolillado. Tararea y suena a trombón delirante y furioso. Cada vez más colores, más libros y más almohadas. Otro invierno y el vidrio sigue roto sin ninguna elegancia. Con las mantas hasta la nariz sabe que rompió los molinos de viento, cree adivinar el polen de los bolsillos y la inundación que va a devorarse todos los vacíos. Después la sed y la rebelión abandonan las sábanas tibias y enredadas para vestirse de mufa perfumada de alba y café. Hay mañanas en las que el cuerpo se le vuelve terreno baldío. Y mientras enciende un cigarrillo, ve colgando del atril una alegría pasajera y tres estrofas olvidadas que hablan de amores hechos y deshechos con una gracia que tampoco recuerda. Entonces ríe y tose, toma café, y tiembla, y llora, y calla, y tose... y tararea un tango que habla de dolores de vieja arboleda y canciones de esquina. Su soledad se ha vuelto un desastre.

No hay comentarios: